Ora sí, los travestíes y el kitsch...

Fiesta de XV años, con una gorda morenaza, fleco de taquimecanógrafa, secretaria bilingüe, burócrata oficinista de gobierno enfundada en apretado vestido de tafetàn rosa mexicano, con harto tul para esponjarle las enaguas, con medias a rayas de blanco y negro y calzando converse de color verde bandera, en la parte de atrás de la falda henchida de olanes, rebordada en cristal de swarovsky, lentejuela y canutillo por el mismísimo Mitzy una imágen de la vírgen Guadalupe... Chambelanes cadetes de la quinceava zona militar, con uniforme de media gala, con sus kepís de plástico, el hombro decorado con galón dorado, bailando el vals que pincha un DJ neoyorquino mezclando "Farolito" de Agustín Lara y "La chica del bikini azul".




































Manteles posmodernistas de negro y plateado, con carpetitas de croché individuales, una botella de Blanco Madero en cada mesa, Bacardí Limón o Azteca de Oro para el padrino que llegó en Hummer con conversión a limo, luciendo sus Ray Ban verde oscuro aún adentro del salón adornado con globos de corazones rosas. El DJ descansa y se mete el sonidero con El Santo, El Cavernario, Blue Demon y el Bulldog.
































Luego la madrina con su vestido rojo de encaje con el que se le ve el brassier negro y el fondo beige se suelta en la pista coreando el "y yo que te deseo a morir, que importa ésta es la última vez, el orgullo puede esperar"...





























En las paredes carteles de los años cuarenta de la Clemente Jaques, anuncios del Ariel con su chaca chaca y alusiones interminables a la lucha libre. Los calentarios de la Trevi...


























No, la fiesta no es en la 5 de Febrero, ni siquiera en la Guerrero. Vaya, ni siquiera es una fiesta real... La gorda del fleco caído debe andar por los treinta y tantos... y estamos en un antro de moda de Barcelona, Los Angeles o Amsterdam...


























Amandititita, hija de Rockdrigo González, maldita por los puristas del rock de microbús, acusada de corromper la esencia contestataria del padre, esta minúscula mujer se recrea en cumbias con letras ácidas, bastante facilotas y del dominio popular. Amandititita se sube en las pretensiones del rockero independiente mexicano, se limpia la suela de sus converse en sus espaldas, se acomoda su tutú rosado y se tira un pedo mientras canta "La mataviejitas". Se atreve y me gusta. Me declaro su fans.

Amandititita

Zemmoa es una chica delgada, que viste su microvestido plateado a la Amy Winehouse y carga sus grapas y sus tachas en un bolso Channel dorado. Sale a cantarle a Kate Moss, a Carmen Campuzano, les envidia su anorexia y sus adicciones. Para darle el toque extra de acidez, descubres que Zemmoa no es una chica, es un travesti que se caga en la ensoberbecida industria de la música electrónica. De la mano de La Prohibida y La Terremoto de Alcorcón, corea sus canciones con un "Vénganse muchachas, las invito pa mi casa a meternos unas tachas y a ponernos bien borrachas"... Me declaro fans de tod@ s ell@ s.

Zemmoa

Es el kitsch mexicano de exportación, es La Parka contra Octagón, es sombra aquí, sombra allá, es el vestido de china poblana de diseñador, el regreso del vinyl como material, el peinado a la super punk, es poner un chingo de imágenes con bien poquito texto, los calentones de colores, la moda de los ochenta, el barroco churrigueresco, la exageración, la caguama pateandole los tanates al martini, el coche hipertuneado, la exaltacíón del mal gusto, la irrefutabilidad del ciudadano promedio como ser universal, eres tú bailando "No rompas mi corazón" en la boda de tu hermana, es ella estacionándose en el lugar para discapacitados para comprarle un suéter verde limón a su chihuahueño, soy yo escribiendo ésto para dármelas de muy conocedor cuando soy puro pendejo, un pinche snob, es un escupitajo a las buenas maneras, una trompada sin guante blanco a la elegancia, un movidón de tapete a la súper pose, la aceptación del bato corriente que llevamos dentro, una apoteósis de la pinche naquez... Y me engolosina, me envuelve y me maldigo por no haberme enterado de la gira de Nacotheque, un colectivo con sede en Nueva York, que pasó por Tijuana y el DF...


Acá el Conde Kitsch, con su jersey rosa pálido con verde pistache, lentes oscuros de aviador, broqueles en ambas orejas, bufanda amarilla, reloj descomunal, boina negra de medio lado, pantalón capri entubado de cuadritos, vans anaranjados y oyendo "El Sirenito"...

(De la trivia anterior, se reparte el premio de 50 panchólares entre El Gallo de Jalisco, Joey, y Wuisho... Soy el cachetoncito de la esquina inferior izquierda. Corresponden 16.666 panchólares a cada uno. A 60 centavos de peso mexicano por panchólar, tocarían diez pesos per cápita, el envío de giro postal cuesta 12.50, así que Gallo, Luis y Wuisho, me deben 2.50 pesos cada quien)